El amor romántico mata
- Laura Gómez
- 8 abr 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 3 mar 2021
El mito del amor romántico provoca estereotipos dañinos que en ocasiones fomentan la violencia de género

Según la leyenda de Aristófanes, mostrada por Platón en su obra El Banquete, Zeus creó a la raza humana casi perfecta: con cuatro brazos, cuatro piernas y dos fisonomías unidas a un cuello circular perfectamente semejantes, con la peculiaridad de que cada ser podía estar formado por un mismo sexo o por ambos -mujer y hombre-. Los humanos, robustos y altivos, concibieron la atrevida idea de escalar el cielo y combatir con los dioses. Ante aquella osadía, Júpiter, quien no quería terminar con la especie humana, redujo la fuerza de estos separándolos en dos.
Una vez separados, cada mitad luchaba por encontrar su otra mitad y cuando lograban esto, se abrazaban y se unían con el deseo de volver a ser una sola, con tal ardor que, abrazadas, perecían de hambre e inacción. No querían hacer nada la una sin la otra.
La idea de la búsqueda de la media naranja, la unión desesperada de enamorados que mueren de hambre e inacción, ha calado hasta el presente, siendo un mito más del amor romántico que actualmente provoca graves consecuencias en la sociedad. “Realmente el amor romántico es muy tóxico y los estereotipos que se crean en la sociedad acerca de él pueden derivar en violencia de género”, declara Natalia Cuesta, teóloga sobre el amor romántico y la violencia de género.
El término amor aún hoy en día es motivo de conflicto debido a las diferentes concepciones. Muchos filósofos ilustres se atrevieron a definirlo, como Locke quien declaró que el amor es el fruto de la reflexión sobre el placer -no necesariamente físico- que alguien puede producir sobre otra persona. Descartes, ligó este término a las pasiones, definidas estas como percepciones, sentimientos o emociones del alma que son causadas, sostenidas y fortificadas por algún ser.
En cambio, muchos otros filósofos como Nietzsche y Schopenahauer concibieron el amor como una trampa para perpetuar la especie, para estos el amor es un mal necesario con un objetivo claro: la procreación, ignorando el goce erótico y la autorrealización personal.
A pesar del pensamiento de estos últimos, la pasión sí forma parte de la idea de amor romántico que se mantiene en la actualidad. Esta pasión en la sociedad occidental está influida por el cristianismo, reflejada como el ansia de lo imposible. Así se representa en la novela de Romeo y Julieta: un amor complicado, cuya pasión provoca lágrimas y sangre, ligándose a la pasión de Cristo y presentándose como una penitencia que se ha de cumplir.

Dicha pasión se siente en un amor que todo lo puede, omnipotente y capaz de superar todos los obstáculos. Un amor en el que los polos opuestos se atraen. Un amor compatible con el daño ya que el verdadero amor todo lo perdona y lo aguanta. Un amor por el que se cambia la personalidad para fundirse en solo una pieza con la pareja. Un amor único que perdura toda la vida, en el que la pasión es eterna tras haber encontrado a la media naranja, la pieza que nos completa.
Pero ¿realmente el amor es esa idea, la misma que aparece en la televisión a través de películas y series románticas? El amor romántico es dañino y lleva implícito la posesión y la exclusividad al creer que este debe conducir a la unión estable con una única persona, en el que los celos son muestras de afecto.
La influencia de esta idea de cuento de hadas provoca que se ignore la violencia de género que se desarrolla debido a “nuestro amor todo lo puede” “eres mi media naranja” “felices para siempre” “único amor eterno” “eres mía/o y sólo mía/o”. El amor arraiga sufrimiento y penitencia, generalmente por parte de la mujer, quien por la Iglesia y por la Literatura siempre se ha expuesto como el sujeto débil de la relación. “Nos creamos una dependencia emocional fortísima que nos hace sufrir”, comenta Natalia Cuesta tras analizar las relaciones actuales.
Alejados de esa idea, lo correcto sería huir de esa entrega total hacia la pareja o parejas, teniendo en cuenta que la poligamia también tiene cabida en el concepto de amor. Sin embargo, lo común es la formación de un único núcleo en el que se ceden las aspiraciones y sueños, perdiendo así la personalidad, para poder complementar al otro. “El amor romántico provoca que cada componente de la pareja sea dependiente del otro, cuando lo correcto sería que el vínculo con nuestra pareja fuese similar al que tenemos con nuestra familia y amigos, sin perder nuestras metas”, afirma Natalia Cuesta.
A pesar de la extendida idea del amor romántico que conlleva pasión y locura, los mitos creados e impuestos en la sociedad construyen una imagen distorsionada de lo que verdaderamente debería ser sentir afecto hacia una persona. Nunca hay que olvidarse de uno mismo, pues cada persona se vale de sí sola, pero tiene la oportunidad de elegir compartir su vida.
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